martes, 12 de agosto de 2014

Violencia entre iguales


Violencia entre iguales (bullying)

Todos los tipos y formas de violencia escolar —entre profesores, entre alumnos, entre alumnos y profesores, entre profesores y directores u otras autoridades educativas, entre docentes y padres de familia— son igual­mente susceptibles y relevantes de analizar, sin embargo, en esta primera aproximación al tema, nos centraremos en la violencia entre los estudiantes, ya que su notable incremento preocupa tanto a ellos como a sus padres, maestros y a la comunidad en general.

Es importante resaltar que la violencia se encuentra muchas veces en nuestras casas, o bien, en la calle, en el cine, en la televisión, en la política y en la sociedad, por ello, este problema no es exclusivo de la escuela; tampo­co los estudiantes son los principales o únicos responsables.
La violencia entre iguales (bullying), debe ser entendida como un fenó­meno escolar, no tanto porque se genere en la propia escuela, sino porque ésta es el escenario donde acontece y la comunidad educativa es la que sufre las consecuencias.
En este contexto, conscientes de que todos tenemos que participar en la solución de la violencia entre iguales, a continuación se ofrece información breve y clara sobre el tema, además de sugerencias y recomendaciones que esperamos sean de utilidad para que ustedes, los docentes, desarrollen es­trategias de prevención.

¿Qué es el bullying?

La palabra bullying puede ser utilizada como acoso escolar, hostigamiento, intimidación, maltrato entre pares, maltrato entre niños, violencia de pares o violencia entre iguales. Por tanto, lo podemos definir como:
“Una conducta de persecución y agresión física, psicológica o moral que realiza un alumno o grupo de alumnos sobre otro, con des­equilibrio de poder y de manera reiterada” (Fernández y Palomero, 2001:26).
Este fenómeno incluye desde la prepotencia y arrogancia de unos hacia otros, hasta la crueldad del ataque físico o psicológico, pasando por la mar­ginación o la exclusión social.
  El fenómeno de la violencia entre iguales (bullying) ha sido objeto de interés científico en las últimas tres décadas, y durante este tiempo se ha demostrado su presencia en un gran número de países.
Los pioneros en el estudio de este fenómeno fueron los escandinavos Heinemman, (1972) y Olweus (1973) y posteriormente los británicos Smith y Sharp (1994). El tema no ha dejado de ser objeto de interés en los últimos treinta años. De hecho, a partir del año 2000 encontramos un sinnúmero de investigaciones y aportaciones.
Debido a los diversos aspectos que a lo largo del tiempo se han ido aña­diendo al concepto de bullying; no existe una definición única, sin embargo se pueden plantear elementos clave que lo definen.

Características principales del bullying:
Es un comportamiento de naturaleza claramente agresiva.
Es una conducta que se repite en el tiempo con cierta consistencia.
La relación que se establece entre agresor y víctima se caracteriza por un desequilibrio o asimetría de poder, es decir, los alumnos que sufren el bullying presentan alguna desventaja frente a quien los agrede. Estas desventajas pueden ser por edad, fuerza física, habili­dades sociales, discapacidad, condición socioeconómica, entre otras.

Se produce entre iguales (entre alumnos, no importa la diferencia de edad, sexo o grado escolar).
Son actos que tienen la intención de dañar.
En el caso de los chicos su forma más frecuente es la agresión física y verbal, mientras que en el de las chicas su manifestación es más indirecta, tomando frecuentemente la forma de aislamiento de la víctima, o exclusión social. Tiende a disminuir con la edad y su mayor nivel de incidencia es frente los 11 y los 14 años.

Su escenario más frecuente con los niños de primaria suele ser el patio de recreo, mientras que con los de secundaria se amplía a otros contextos, tales como:

Aulas.

Pasillos.

Baños.

Vestidores.

Los trayectos a la escuela.

Al regresar a casa.

En los cambios de clase.

Es importante saber que no es bullying cuando alguien juega de manera brusca pero amistosa con el otro. Tampoco es bullying cuando dos estu­diantes de la misma fuerza discuten o pelean. Sin embargo, para que en la escuela exista una convivencia respetuosa y solidaria, es indispensable que cualquier manifestación de violencia sea atendida.

Causas y factores que generan la violencia entre iguales

La conducta de los niños y adolescentes está condicionada en parte por el ambiente en el cual se desarrollan, es decir, existen factores que propician la violencia en la escuela y fuera de ella.

A continuación, se mencionan de manera general ejemplos de diversas causas y factores que en cierta medida pueden generar conductas agresivas y violentas en los niños y jóvenes (no son una regla pero si son detonantes importantes).

Baja tolerancia a la frustración.

Hiperactividad.

Depresión.

Estrés.

Dificultad para controlar la agresividad.

Falta de capacidad para la empatía, bajo desarrollo de habilidades sociales, bajo autoconocimiento y autoestima.

Falta de afecto y cuidado.

Falta de límites y reglas claras en el hogar.

Abandono y/o abuso.

Fracaso escolar.

Maltrato físico y/o psicológico en el hogar (niños violentados que por aprendizaje se conducen a resolver los conflictos a través de la agresión física o verbal).

Uso de sustancias adictivas, alcohol u otras drogas en la familia.

Pobreza, problemas de delincuencia, violencia familiar o bajo nivel educativo.

Cultura machista o dominante (se les enseña a los varones a no demostrar debilidad, a no ser afectivos, amables ni comprensivos).

Presencia de armas en la casa.

Identificación con modelos agresivos y rebeldes aprendidos a través de video juegos y medios de comunicación (televisión, radio, cine, Internet).

Exaltación de modelos duros e imperantes en la familia y en la sociedad. Manifestaciones del bullying

Las manifestaciones de violencia entre iguales son:

Físicas: pegar, empujar, patear y agredir con objetos.

Verbales: se refiere a las ofensas verbales tales como los insultos y los apodos. Por ejemplo: resaltar defectos físicos, menospreciar en público, criticar, entre otros.

Psicológicas: son aquellas acciones que dañan la autoestima del in­dividuo y fomentan su sensación de temor. Por ejemplo: reírse de él o ella, ignorar, amenazar para causar miedo, amenazar con objetos, hacer gestos, contar mentiras o falsos rumores sobre él o ella, enviar notas hirientes y tratar de convencer a los demás para que no se relacionen con él o ella.

Sociales: pretende aislar a la víctima del resto del grupo y compa­ñeros. Por ejemplo: no dejarlo participar, ignorarlo completamente, excluirlo de actividades a propósito, obligarlo a hacer cosas que no quiere.

Otras manifestaciones del bullying: esconder, robar o dañar las pertenencias de las víctimas.

Cabe mencionar que, con frecuencia las manifestaciones arriba citadas aparecen de forma simultánea. La violencia psicológica, por ejemplo, está presente en todas las conductas de acoso, lo cual aumenta la sensación de inseguridad en la victima.

Actores involucrados en el bullying

Los actores asociados a la violencia entre iguales son tres: victima, agre­sor y espectador. A continuación se mencionan algunas características de cada uno, las cuales no constituyen una regla, sin embargo, son las más comunes.

Víctima: Es quien sufre las agresiones. Suelen ser una persona tími­da, insegura, que mantienen una excesiva protección de los padres, y es menos fuerte físicamente.

Agresor: Es quien ejerce la violencia, el abuso o el poder sobre la víctima. Suele ser fuerte físicamente, impulsivo, dominante, con conductas antisociales y poco empático con sus víctimas.

Espectador: Generalmente es un compañero que presencia las situaciones de intimidación. Puede reaccionar de distintas maneras, aprobando la intimidación, reprobándola o negándola.

Importante: El espectador desempeña un papel muy importante en la intimidación, ya que al reírse o pasar por alto el maltrato contribuye a perpetuarlo o reforzarlo. Asimismo, su participación para solucionar el acoso es fundamental, ya que puede contener el abuso si evita aplaudir o bien apoyar a las víctimas si denuncia las agresiones. Una de las estrategias más efectivas de reducir el hostigamiento es traba­jar con el o los espectadores.

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